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‘Yo no soy creativo’ (y las otras tres mentiras sobre la creatividad que no paras de repetirte)

¡Buenos días, maestros de la mente!

Estaba redactando la primera de tres entradas sobre técnicas de creatividad y mientras hablaba con Xavi (un pianista con el que comparto oficina y tatami) me he dado cuenta de algo terrible.

De dos cosas terribles.  

Muy a menudo, desgraciadamente demasiado, escucho a la gente decirnos a los artistas una frase muy desalentadora: ‘yo no podría hacerlo porque no soy creativo‘. La persona que lo dice suele hacerlo mezclando pena con excusa, pero sobre todo… pena.

La otra cosa terrible que escucho al respecto tiene que ver con las drogas. La última vez que lo escuché estaba viendo un episodio de la serie ‘Hora de aventuras’. Mientras Jake el Perro se ponía un curioso turbante alguien dijo ‘me gustaría saber qué se meten estos tíos para que se les ocurran estas cosas’.

 

‘Toma una inspiración muy profunda…’

Me resultó revelador, porque no dejan de ser dos caras de una misma moneda: la percepción instalada en el imaginario popular de que la creatividad es una especie de ‘condición mística’ de nacimiento que solo poseen unos pocos privilegiados o  una estado alterado de consciencia al que solo se puede llegar inyectándote peyote por los ojos tras horas de danza alrededor de una hoguera. Y no un entendimiento de lo que realmente es: una habilidad que se adquiere con la práctica y para cual ya existen técnicas desarrolladas que TODO EL MUNDO puede emplear.

No te vendo la moto: por supuesto que hay gente que tiene más facilidad innata para la creatividad. Es exactamente igual que ir al gimnasio. Mi primo Edu es una de esas detestables personas que se apunta a un gimnasio, acaricia una mancuerna y le crecen los tríceps. A mí no me ocurre y seguramente a ti tampoco. Pero la realidad es que si durante cinco años sigues un programa de entrenamiento duro, consistente y sobre todo enfocado vas a obtener resultados. Y cualquier entrenador personal te lo confirmará: con una genética pobre y TRABAJO, los resultados van a ser asombrosos. Así que antes de ponernos manos a la obra y revelarte las técnicas que dispararán tu creatividad, permíteme usar mi vicio favorito… ¡y vamos a contar mentiras!

1) Yo no soy creativo: me duele cada vez que la escucho, porque generalmente solo representa problemas de autoestima y profecías autocreadas. ¿A cuánta gente conocéis que se ha convertido en lo que es porque se lo han repetido (a gritos frecuentemente) de manera constante? Eres feo, eres gordo, no sirves para esto. ¡Basta! No se trata de ser esclavo de la dictadura del pensamiento positivo, sino de ser consciente que el desarrollo de una habilidad requiere práctica. Y no. No vas a convertirte en el próximo Mister Olympia por muy fuerte y duro que entrenes ni vas a ser concertista de piano de clase mundial. Pero la práctica enfocada y diligente siempre da resultados. Esto funciona exactamente igual. Lo que te ocurre es lo mismo que a a la gente que lleva diez años en el gimnasio sin resultado alguno: solo estás perdiendo el tiempo porque nadie te ha enseñado a hacerlo. Y como con la práctica de una habilidad nueva, los resultados de los primeros meses son los más rápidos, así que ¡disfruta el viaje! Una de las cosas que más me emociona de las formaciones de técnicas creativas para empresas es el momento en el que las personas que dijeron esta frase al comenzar se sorprende a si mismas observando el resultado de sus creaciones… ¡tras la primera técnica! No eres tú: solo es el método.

2)  Hay que meterse de todo: esta demoledora frase al principio me hacía gracia. Luego pasó a enfadarme. Me sentía como si se despreciara el trabajo que conlleva una obra creativa de gran calado y originalidad. Como si las horas (y días, semanas, meses) de ‘brainstorming’, reuniones, ensayos y material desechado fuera alguien que pudiera hacer cualquiera simplemente fumándose un porro. Me recordaba a la gente que desprecia el trabajo de los culturistas profesionales por las mismas razones, ignorando las horas de durísimo entrenamiento y la formidable fortaleza mental que ello requiere. Pero charlando con mi amigo Toni Rivero, un asombroso mago en Salamanca me di cuenta de que solamente señalaba desconocimiento. Los protocolos y sistemas ya probados para desarrollar la creatividad simplemente no son de dominio común, y no precisamente por que la información no esté disponible. Es culpa de la creencia del punto 1. Simplemente, demasiado a menudo creemos que es algo imposible de lograr o que está solo al alcance de unos pocos. Lo cual nos lleva al siguiente punto. Pero recuerda: lo que necesitas ya está en tu cabeza.

3) La gente creativa lo es de nacimiento: evidentemente, el creer que la creatividad es una herramienta reservada a héroes y privilegiados nos conduce a lo que muchos llamamos ‘la falacia del talento’: justificar todo el éxito de alguien debido una incontrolable factor genético. Esto es, simplemente la más vil de las excusas. Por supuesto que hay gente con predisposición a ciertas áreas, pero llorar no te va a conducir a ningún puerto. Como dice Stuart McRobert en ‘Weight-training technique’ (1996), ‘sea cual cual sea el cóctel genético que te ha tocado no existe forma de cambiarlo. Así que mejor que quejarte de lo que te da la naturaleza, asegúrate de alcanzar tu máximo potencial’. Con demasiada frecuencia desdeñamos el sinfín de horas que alguien ha dedicado a una tarea, despachándolo como ‘talento’. En el caso de la creatividad, además, suele ir parejo a profesiones y oficios en los que la gente disfruta trabajando. Debido a ello, tendemos a no apreciar todo el trabajo que hay detrás. Piensa esto: ¿cómo de rápido escribirías a máquina si ya le hubieras dedicado las famosas diez mil horas? Otros ya lo han hecho, Es hora de que TÚ abras la puerta de TU creatividad.

Promethea, de Alan Moore: el sagrado fulgor de la imaginación

4) La creatividad consiste en decir muchas chorradas: la percepción que se tiene en muchos desde fuera respecto a las técnicas de creatividad es la de un montón de tonterías dichas una detrás de otra sin relación ninguna. De que todo vale. De que solo es hacer el tonto. Entiendo perfectamente que la epidemia de ‘coaches’ sobremotivados y la dictadura emocional del pensamiento positivo han dejado tras de sí demasiados cadáveres en las formaciones de empresas con más buena voluntad que habilidad docente. Pero por muchos globos que te hayan hecho inflar en la última reunión de comerciales o muchos juegos de improvisación cómica que hayas hecho en el encuentro de jefes de departamento, piensa que las mayores empresas del mundo llevan implementando estas técnicas décadas. Y no te hablo de los guionistas de Hollywood. Te hablo de sectores como la automoción y el desarrollo informático. No hay ningún área que pueda sustraerse al impulso (humano e imperecedero) de ir un paso más allá. De explorar, de descubrir. De crear. Simplemente (igual que Cortés necesitó sus barcos) necesitas la herramienta apropiada.

En la próxima entrada abordaremos más ideas sobre la creatividad y nos centraremos una herramienta desgraciadamente muy mal entendida: el ‘brainstorming’.

¡Que lluevan las ideas!

Y tú: ¿cómo usas tu creatividad? 

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