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Las 5 razones por las que tus propósitos de año nuevo van a FRACASAR

Un poco de #CoachingDelMal:

Qué alegría.

Ha llegado el nuevo año, y con él el cheque en blanco del autoengaño. Parece como si los cambios de ciclo (aunque sean absolutamente ficticios y meramente numéricos) fueran terreno abonado para promesas huecas que vamos a incumplir.

Como el mal estudiante cada septiembre, juramos y perjuramos que este año saldremos a correr, que iremos al gimnasio, que leeremos más y que dejaremos de fumar. Todos somos culpables impenitentes de este pecado, este ritual de la inutilidad y el timo en primera persona.

Seguro que ya has hecho una lista. Seguro que lleva dos semanas en un cajón. Seguro que el día 31 pensaste que cumplirías todo.

Pero sabes perfectamente que vas a fracasar.

¿Y sabes por qué?

1) No tienes OBJETIVOS:  una lista de propósitos no es más que un conjunto de intenciones. Y seguramente, ni siquiera hayas escrito nada. Quizá te has limitado a decir a media voz ´este año dejo de fumar´, a ser posible sin testigos. Las palabras y las intenciones se las lleva el viento y a menudo se limpia el culo con ellas. Los objetivos, como su nombre indica, tienen que ser OBJETIVOS y no subjetivos. ´Voy a ponerme en forma´ no significa nada, porque cada uno tiene una opinión sobre lo que significa eso. ´Completar una maratón en menos de cuatro horas´ suena a lago absolutamente objetivo. Ponle números a tus metas.

2) No sabes cuándo empiezas: pregúntate lo siguiente. ¿Has completado alguna vez alguna tarea que NO haya comenzado? Sé que suena a bobada de perogrullo, pero si no comienzas algo, nunca vas a completarlo. Sí, sí. Ya te he escuchado. Ya sé que es un propósito – como decías el 31 de diciembre en la quinta copa de champán – para 2015. Pero si no te molestas en hacer caso al primer punto, no podremos pasar a este. ¿En qué momento de 2015 vas a empezar? Porque si tu objetivo es perder veinte kilos de peso o pintar la casa por completo, empezar el 30 de diciembre de 2015 va a arrojar un resultado desastroso. Decide AHORA cuándo comienza todo. Y pase lo que pase (y pasará, tranquilo) comienza ese día sin excusa alguna.

El César dice ¡Muere!

 

3) No sabes cuándo terminas: este error es el primo hermano del anterior. Una de las implacables leyes de Murphy nos lo deja claro: una tarea concreta se expandirá hasta ocupar todo el tiempo disponible para ella. ¿Cuántas veces has terminado con buen resultado un trabajo que tenías que entregar MAÑANA dedicándole solo una noche en vela? Pero no te líes: no defiendo ni que te organices mal ni que destroces tus ciclos circadianos. Pero sé sincero: trabajar enfocado te permite acabar más rápido. Así que ayúdate a enfocar. Si quieres terminar de una vez tu novela, DECIDE hacerlo y decide CUÁNDO. O permanecerá permanentemente sin escribir. Pon una fecha a lo que quieres conseguir. Y mira la línea de meta.

4) No te has molestado en medir nada: como ya te he dicho arriba, una lista de propósitos no es más que un conjunto de intenciones. De deseos vacíos y sin voluntad. Sí, ya. Existen propósitos que son el objetivo en sí mismo, como por ejemplo ´completar un Iron Man´ o ´escribir una novela´. Pero hay otros muchos que no. Y es precisamente en esos en los que vas a tener la necesidad de evaluar. Y en los que son como en los ejemplos, también te va a ayudar a saber cómo lo has hecho la posibilidad de medir todo. Si has escrito en tu Lista de la Fantasía ´ser más fuerte´, entrenes como entrenes y levantes lo que levantes no vas a poder saber los resultados si no mides algo. Si ahora mismo no sabes cuánto levantas en sentadilla ni sabrás cuánto levantas dentro de un año, no podrás saber si has avanzado. Cuantifica. Evalúa. Analiza tu éxito y saca conclusiones de tu fracaso. Saca la regla y ponte a medir.

5) Menos conejos y más trampas: ´Confucio dice: aquel que persigue dos conejos no caza ninguno.´ Así que olvídate de buscarte decenas de objetivos. Ni siquiera deberías tener más de uno por área de tu vida (profesional, física, familiar… o las que creas que debas mejorar). Y por supuesto, evita como la peste objetivos que sean mutuamente excluyente. No, no puedes construir músculo a la vez que pierdes grasa. Y además, deberías preocuparte más de los pequeños detalles: cuándo y cómo vas a realizar lo necesario para llegar a tu objetivo, y cómo vas a obrar cuando no cumplas las minimetas. Persigue menos conejos y ponle más trampas a los que persigas.
BONUS TRACK: Vas a fracasar porque NO has escrito NADA

Y sabes que esto es cierto. Tus propósitos de Año Nuevo no han salido de tu cerebro en ningún momento. Y si lo han hecho, ha sido en forma de tímido brindis tras las campanadas, ahogándote entre polvorones.

Y si no me crees, analiza: ¿estás más cerca ahora mismo de tus objetivos que en Nochevieja? Si es así, puedes escupirme tranquilamente el próximo día que me veas por la calle. Pero si no, quizá sea hora de cambiar procesos para cambiar resultados. ¿No te parece?

Coge AHORA algo para escribir. Y no, no vale el móvil.

En la hoja de papel que tengas escribe tres de tus metas para este año. Escribe junto a ellas cuándo comienzas a trabajar en ellas y qué día terminarán, y por supuesto, cómo las va a evaluar.

Ahora yo me marcho a trabajar en mi Rayo de la Muerte. Empecé ayer, lo tendré terminado el 31 de diciembre de 2015 y evaluaré su eficacia sobre ti si no empiezas a mover el culo ya.

¡Conquista el mundo! 

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