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6 razones por las que amo la magia (y mentalismo) para niños
Hace poco, hablando con un consultor sobre cambio y experto en marca personal, Isaac López Pita, me comentó que le pareció muy interesante mi idea de desarrollar un espectáculo de mentalismo infantil para abrirme un nicho de mercado. Es una cosa que me han comentado antes, pero ese espectáculo no tiene la más mínima intención comercial. En realidad fue una decisión absolutamente salomónica.
Cuando decidí abandonar la magia porque quería centrarme únicamente en el mentalismo (llámalo ´ilusionismo psicológico si prefieres) me daba terrible pena abandonar los espectáculos infantiles. No por cuestión económica, sino por todo lo contrario. Era por lo increíblemente bien que me lo pasaba actuando con y para niños.
Así que tras un seminario de mentalismo con Manolo Talman (donde hablamos de conceptos revolucionarios como La Huevera Rusa o La Predicción del Calzoncillo) y teniendo claro qué poco separa a un mentalista de ser un superhéroe, me di cuenta de las muchas razones que tenía para seguir haciendo espectáculos con niños.
Y hoy es un buen día para contártelo:
1) Siempre me divierto más: es decir, que me río mucho, mucho más que en un show de mentalismo para adultos. Pero no te confundas: creo firmemente que el arte del ilusionismo en cualquiera de sus facetas alcanza su máximo impacto en espectadores adultos. No en vano, algunas habilidades, como la noción de conservación de volumen o de materia no se adquieren hasta los 8 años. Por eso a veces algunos niños no perciben los efectos mágicos como nosotros queremos. Piensa en esto cuando diseñes tus juegos o experiencias ¡si te dejan las carcajadas!
2) Puedo arriesgarme sin miedo: me encanta mi personaje. Me encanta porque lo considero auténtico, porque ha nacido como parte de mí. Es la persona que yo querría ser si pudiera escogerlo, y me ayuda mucho crear la atmósfera seria y elegante que intento transmitir con mi personaje. Pero actuar con niños me permite romper eso por lugares que sería imposible en un show para adultos. Puedo llevar un turbante y levita, emplear efectos disparatados y construir un personaje completamente diferente al ´oficial´.
3) ¡No importa que te caigas al suelo!: el humor físico es una cosa tremendamente complicada de introducir en un espectáculo serio para adultos. O al menos, no soy suficientemente buen actor como para hacerlo. Y pese a que me encante actuar serio, hay algo en mí que grita demasiado y que hay que dejar salir. A tu niño interior le gustan las patadas, los pedos, el ruido y los magos que entran tropezando al escenario. ¡Tírate al suelo!
4) No existen dos espectáculos iguales: en realidad, ni siquiera el más perfecto espectáculo de manipulación se repite dos veces, pero ya sabes a qué me refiero. Una buena presentación, un buen guión y un ensayo exigente, y verás que los espectáculos acaban deparándote pocas sorpresas. Pero… amigo, con niños eso no va a pasar. No importa cuánto hayas ensayado (imprescindible), estudiado (insustituible) o diseñado tus efectos (in… bueno, eso), porque, como buenos monstruos, ellos se encargarán de destruirlo. Esto, que a muchos artistas les repele, es realmente la base de lo que hará único tu espectáculo infantil. Como buen superhéroe (Lobezno te lo podrá confirmar) debes esperar lo inesperado. ¡Y divertirte cuando ocurra!
5) Lo que importa no es el destino, sino el viaje: esta norma, que aprendí del libro ´Serio de remate´, del gran mago infantil neoyorquino Silly Billy, me ha costado mucho tiempo asumirla. Los peques no le dan tanta importancia a la imposibilidad de tu efecto mágico (salvo que tengan 11 o más: ahí no existen excusas, sobre todo si son niñas), lo que me permite (¡y espero que a ti!) recrearme en presentaciones, como diría mi padre, verdaderamente descacharrantes. No temas al delirio conceptual. ¡Y buen viaje!
6) ¡Siempre me divierto más!: ya sé que me repito, pero por favor, hazme caso. Solo una vez. Libérate de vicios, olvida la necesidad de que te aplaudan cada truco, deja de estresarte porque no están todos sentados completamente callados. Si lo que quieres es que de verdad se diviertan, SOLAMENTE existe una manera. Ya la supones, verdad? ¡Tienes que divertirte tú!