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¡A ver si digo algo y no quiero! – 3 mitos sobre la hipnosis

Muchas veces, sobre todo en situaciones informales cuando alguien nos pide una pequeña demostración de hipnosis se oyen miedos, dudas y mucha desinformación sobre la hipnosis.

Por supuesto, es labor del hipnotista, sea este de espectáculo o de terapia aproximar la realidad de la hipnosis a sus voluntarios o pacientes, quitándole hierro, esoterismo y brujería a lo que es una práctica sencilla, natural y tremendamente apasionante.

¿Qué son esos mitos que surgen en torno a la hipnosis? Déjame contarte tres:

1) ¡A ver si digo algo que no quiero!: mucha gente, cuando se le habla de hipnosis, suele tener una idea que mezcla la hipnosis de espectáculo con la de terapia. Aunque fisiológica y cognitivamente el proceso es totalmente análogo, la imagen de alguien en trance, tumbado en un diván contando sus secretos inconfesables pertenece más al cine que a la terapia. Piensa que el estado de trance es totalmente natural y pasamos por él muchas veces al día. No existe una pérdida de consciencia como tal, sino un enfoque de la atención hacia tus procesos mentales internos. Por eso todo lo imaginado o visualizado en estado de trance (el hipnótico, un orgasmo o una buena película de terror) resulta tan vívido y lo recordamos con tanta intensidad. Sin embargo, igual que no pierdes tu voluntad cuando ves esa película, tampoco la pierdes cuando entras en un trance hipnótico. Recuerda esto: la atención enfocada no provoca que te vuelvas zombi.

2) ¡A ver si hago algo que no quiero!:este mito tiene mucho que ver con el anterior, pero está mucho más relacionado con la hipnosis de espectáculo. Estamos acostumbrados a ver a los voluntarios de un show realizando pruebas muy divertidas o tremendas proezas de fuerza y resistencia. Incluso aparentes fenómenos paranormales*. Pero el hipnotizador no es el que lo provoca: es la imaginación de los voluntarios, esa máquina maravillosa capaz de crear lo imposible, la que da vida a las sugestiones. El hipnotista es simplemente el conductor de un

¡Duerme!

proceso de autohipnosis que consigue que gente creativa, imaginativa y sin complejos pueda disfrutar de una experiencia única que recordarán toda la vida. ¿Recuerdas al zombi del ejemplo anterior? Pues aquí tampoco.

Lo que sí ocurrirá es que muchos bloqueos e inhibiciones que habitualmente te acosan en tu vida normal pasan a un segundo plano cuando permites que tu mente inconsciente te haga vivir en el reino de lo imaginario. Igual que cuando ves a un espectador resistir como una plancha entre dos sillas: simplemente, la sensación de fatiga que habitualmente nos hace detenernos al realizar un esfuerzo desaparece, como las inhibiciones.

3) ¡A ver si luego no recuerdo nada!: la hipnosis provoca un fenómeno muy originalmente llamado amnesia hipnótica. Es decir, que aquellas sugestiones o sucesos producidos durante la hipnosis… no se recuerdan. Esto es parcialmente cierto: es verdad que durante todo el proceso de la hipnosis muchos sujetos tienen a no recordar lo que ha pasado inmediatamente antes (lo que los hipnotizadores llamamos ´tests´: cada cosa graciosa o misteriosa que hace un voluntario en el espectáculo), pero al finalizar, cuando ´despiertan´, prácticamente todos recuerdan todo lo sucedido, con un grado de detalle mayor del habitual, precisamente. ¿Recuerdas lo que dijimos de la atención enfocada? El pequeño porcentaje de gente que no lo recuerda nada más terminar podrá rememorar esa experiencia en un lapso muy breve, y como máximo, después de su primer ciclo de sueño, pero eso solo sucede en casos muy extremos.

Como curiosidad, os contaré que algunos voluntarios olvidan, aparentemente por completo, aquellos tests que no funcionaron con ellos. ¿Por qué? Sencillamente, porque en ese momento su atención no estaba bien enfocada en lo que el hipnotista estaba diciendo. Ese control de la atención es el único y poderoso secreto de la hipnosis. Esa, y no otra, es la belleza de este fenómeno natural, misterioso… y un poquito inexplicable.

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* Muchos de los aparentes fenómenos paranormales son simplemente efectos de ilusionismo hábilmente realizados por el hipnotista, aprovechando u optimizando el estado de trance en el que se encuentran los espectadores. Un gran ejemplo de esto es el famoso Derren Brown. Obviamente, mientras no se estafe a nadie, toda técnica es válida para crear un efecto emocionante.

 

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