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Marca personal y personaje – 5 cosas que haces mal y por eso llaman a otro

¿Has oído hablar de la marca personal? Claro, mil veces. Y tienes muy claro lo que es: tienes que distinguirte de la Distinguida Competencia. Además, eres un artista: tienes claro que la originalidad ha de ser uno de lo valores a vender con tu espectáculo. Entonces… ¿por qué siempre están llamando a otros? Lo que viene a continuación no es ninguna Biblia ni un sesudo análisis de todo el asunto de la marca personal (tema sobre el cual ya existen excelentes libros, como este). Las ideas que leerás a continuación están sacadas de manuales técnicos de ilusionismo, conversaciones con otros artistas y la propia experiencia personal. Esta, como la marca, es personal e intransferible. No te engañes pensando que en el mundo del espectáculo nos andamos por las ramas. Si algo caracteriza a la magia y al mentalismo, es que solo podemos quedarnos con lo que de verdad tiene efecto sobre el público.

Y estoy seguro de que sabrás cómo aplicar las ideas a tu propio negocio, sea cual sea.

1- Ser uno más es ser uno del montón: ¿no lo sabías? Si haces exactamente lo mismo que todos los demás, obtendrás exactamente lo mismo que todos los demás. Esto, por lo general, es bastante poco, a menudo casi nada y seguramente no suficiente. El error clásico que cometemos los magos es lo que yo llamo la Pifia del Cartel. Es esa manía que tienen muchos programadores y artistas de tener que asegurar ofrecer algo que ellos consideran seguro: ´Risas aseguradas y total participación del público´. A priori no suena mal, pero ¿y si resulta que es exactamente lo que ofrecen todos? En ese caso, resultarás indistinguible de todos los demás, y por tanto, nada memorable. Nadie pensará en tu marca y producto como algo diferente a los demás. ¿Cuántas veces te ha pasado esto viendo a un cómico o a un mago graciosete? ¿Eres capaz de recordar sus nombres?

2- Confucio dice: aquel que persigue dos conejos no caza ninguno. ¿A qué me refiero con esta frase? A que a lo mejor estás demasiado preocupado de ocupar el nicho que ya está ocupando todo el mundo, y, sobre todo, de ocupar todos los nichos posibles que podría ocupar tu producto. El ejemplo habitual en el mundillo ilusionista es la falsa creencia de que es imprescindible tener un número cómico, un número infantil, uno familiar, uno de cerca… cuando recibas consejos de alguien (incluida esta lista que estás leyendo) párate un momento a pensar dónde se encuentra la persona que te está dando el consejo. Quizá sea uno de esos compañeros en precaria situación que lleva diez años atascado con el mismo espectáculo. En ese caso, tal vez su consejo no sea el más adecuado. Busca tu conejo y persíguelo hasta cazarlo. Cuando te lo hayas comido será un buen momento para perseguir a otro mayor.

3- Especializarse no es perder mercado, es ganar terreno. Uno de los pánicos que sufren muchos artistas en concreto y autónomos en general es el de la especialización. Intentando cubrir el máximo mercado posible, permanecemos en un yermo páramo generalista donde hay sobresaturación de ofertas. A mí me embargó esta duda cuando decidí apostar definitivamente por el mentalismo y abandonar por completo el ilusionismo general. Mi problema, la fuente de mis dudas, era que no quería dejar de hacer shows infantiles. No solo por el tema económico, sino principalmente por el disfrute de actuar con niños. Esa energía, espontaneidad y vitalidad son algo que ha mantenido mi interés por la Reina de las Artes desde que empecé a actuar, y no quería renunciar a ello. La solución, que ahora me parece obvia, me costó dos años de reflexión: desarrollar un espectáculo de mentalismo infantil. Por supuesto, el resto de amigos magos se tiraron de los pelos diciendo que ese era un producto imposible de vender. A día de hoy, no solo me llaman más que antes para los infantiles, sino que al ser un producto nuevo y exclusivo, apenas hay regateos en el precio.

4- Una vez más: especializarse no es cerrar mercado, sino abrir otro nuevo. Déjame ponerte un ejemplo. Si vives en cualquier población moderadamente grande, seguro que conoces bares y locales donde frecuentemente traen artistas. Si vives en un pequeño pueblo, seguro que en fiestas has visto desfilar a multitud de ellos por la plaza. La mayor parte de ellos son humoristas que parecen intercambiables, orquestas diseñadas con plantilla o magos graciosetes con baraja y chistes de Tamariz fusilados sin piedad. Parece que la opción sensata, si quieres tener un gran número de bolos sería ceñirse a uno de esos papeles principales. ¿No te parece? Pero déjame hablarte del caso que conozco yo: estoy seguro de que la demanda de magos supera a la de hipnotizadores en una proporción de 100 a 1. Y soy generoso. Sin embargo, ¿cuál crees que es la proporción de magos respecto a los hipnotizadores? Me atrevo a decir que 1000 a 1, o mayor. Realmente, los números no importan. Piensa en esto como el contrapunto de punto 1. Que haya una demanda general menor no quiere decir que haya una demanda relativa menor. ¿O has visto algún francotirador disparando con cañón?

5- Dale más valor añadido:  algo que muchas empresas milennial tienen completamente claro y a nosotros se nos olvida mucho. Sé que en esta era de maldita morosidad, muchas veces lo único que quieres hacer es acabar el show, recoger el cheque y macharte al hotel. Pero somos artistas, no mercenarios. Así que quizá debas dar algo más para que tu cliente se sienta especial. El qué no lo sé, pero un pequeño regalo cada vez que actúes en una comunión, un rato de hipnosis breve tras el show de mentalismo, regalar un libro de magia para la biblioteca del ayuntamiento que te ha contratado. Son actos sencillos que harán que la percepción que tu contratante y espectadores (donde están el 90% de tus futuros contratantes) se catapulte a lugares que ni la mejor publicidad previa podría conseguir. Como dijo Corinda: potencia, claridad e impacto.

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