Blog

Guía de coaching apresurado para señoritas con prisa

Hace unos días, una amiga que habitualmente va con mucha prisa me pidió si podía ponerle un poco en claro esta historia del coaching, qué es y para qué sirve.

Así que lo que haré será una microguía para conseguir objetivos y alcanzar metas guiados por uno mismo. Que en esencia es una de las partes centrales del coaching.

Esto, que tiene un nombre estupendo y en inglés, ya existía: cuando yo era adolescente, el hermano Pepe Santana (un repugnante sosias del conde Drácula y sin embargo, el mejor docente que he conocido) nos hacía poner por escrito a comienzo de curso diversos campos en los que queríamos mejorar ese curso. Aspectos de nuestra personalidad que queríamos trabajar o metas (académicas o no) que queríamos alcanzar. Todo debía ser objetivo, evaluable y sostenible en el tiempo. Y se revisaba de vez en cuando en tutoría personalizada. Esto que ahora llaman coaching lo conocí en un colegio de La Salle con el nombre de ´Mi proyecto personal´.

Y al grano, que la señorita tiene prisa:

¡Calla y haz sentadillas!

1) No puedes ir a ninguna parte sin saber dónde te encuentras: esto es el principio de todo. Antes de pensar en tus metas, tienes que hacer un somero autoanálisis para saber quién eres. Nadie te conoce mejor que tú mismo, pero nadie te engaña mejor. Si quieres convertirte en un levantador de peso de nivel olímpico mañana, deberías empezar por saber cuál es tu máximo en sentadilla hoy. Si quieres ser doctor en física, más te vale saber en qué curso del instituto estás. Asegúrate de que conoces tu propio punto de partida.

2) Los objetivos no son subjetivos: haz una prueba. Escribe por whatsApp a 10 amigos y pregúntales qué objetivos tienen en la vida. Observarás como la mayoría te dirán metas que son únicamente subjetivas: ´ser feliz´, ´vivir bien´, ´no tener problemas´. Esto en realidad es un mecanismo de defensa de nuestro abotargado cerebro, para evitar ponernos en acción: le cuesta demasiada energía. Debes saber de manera objetiva que quieres EXACTAMENTE. ´Ser muy fuerte´ o ´estudiar Derecho´ no valen para nada. Pero ´levantar 150 kilos en press de banca´ o ´terminar la carrera el 1 de julio de 2017´ son perfectos. Ponle cifras a tus metas. Ellas no te engañarán.

3) Si son objetivos deben ser evaluables: es decir, que cuando llegue el momento en que hayan de cumplirse, puedas saber dos cosas. La primera, conocer con total exactitud si has logrado tu objetivo o no. En nuestros forzudos ejemplos, si tu meta es ´levantar 150 kilos en press de banca el 1 de enero de 2015´, cuando llegue el 2 de enero de ese año sabrás con total precisión si lo has logrado o no. La segunda cosa que debes sabes es el grado de éxito o fracaso con que has llegado o no a tu meta. Si ese uno de enero fracasaste pero llegaste a 145 kilos no es lo mismo que si te quedaste en 75. Evalúa las causas del éxito o el fracaso: los hábitos que te han permitido llegar o fracasar, no solo el número.

4) Deben ser sostenibles en el tiempo: de nada te sirve plantearte un cambio de hábito que no puedas mantener. El ejemplo clásico es cuando alguien quiere perder peso. 5 kilos al mes es excesivo. Y estudiar 10 horas diarias no va a ser viable si tienes que trabajar. Un consejo habitual es que empieces por abajo: piensa en el hábito que debes construir para alcanzar la meta. Si quieres ser un forzudo que mueva 400 kilos en sentadilla, sin un hábito adecuado de entrenamiento, descanso y dieta no lo lograrás. Desmenuza la meta en los hábitos que la construyen.

5) Pulgarcito, Superlópez y Conan el Bárbaro: pequeño, mediano y grande. Corto, medio y largo plazo. Piensa en una meta FINAL (ser campeón del mundo de los 100 metros lisos, doctorarse en Biología en 7 años) y rómpela en metas más pequeñas. Siguiendo con los ejemplos forzudos, si tu meta final son esos 150 kilos en la banca, y ahora mueves 80, deberías pensar en, por ejemplo cinco años. Así, a medio plazo deberás llegar a 130 en tres años, y a corto plazo, llegar a 100. ¿Un modelo? mes, tres meses, seis y un año. Y varios para una meta final que sea larga.

¡Bonus track! La tarjeta mágica: coge un naipe en blanco o una tarjeta. Escribe en ella las frases motivacionales que desees gritarte durante el proceso de alcanzar tus metas. Nuestro forzudo seguramente escogería algo como ´¡Soy el hombre más fuerte del mundo!´ y ´¡Me encanta entrenar con pesos enormes!´. Aquí sí puedes permitirte el lujo de apelar a la emoción y no a los números. Lee esta tarjeta todos los días, todo lo que puedas y repítetelo cada noche. Si crees que esto es una magufada de hipnotista, dedícale solo 21 días. Cuantas más veces nos repiten algo, más nos lo creemos. Tus pensamientos positivos no son una excepción en tu proceso inconsciente de información.

¡A por ellos!

_____________________________

Un libro que habla de esto sin aspavientos y sin pretenderlo: ´Burn the fat, feed the muscle´, de Tom Venuto. Dale una oportunidad a sus dos primeros capítulos.

Entradas recientes