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Storytelling – 3 razones para venderlo todo

Déjame contarte una historia que cuento siempre en los cursos de comunicación:

Cuando tenía 7 años, Marisa, la coordinadora de la catequesis a la que yo asistía decidió que yo era el niño más adecuado para hacer de ángel en la obra de Navidad. No sé qué vio en mí, porque nunca hasta entonces había mostrado interés alguno en el teatro. Yo estaba encantado en los ensayos, aunque algo preocupado por no poder aprenderme todo el texto, y recuerdo las tardes con mi madre aprendiéndome de memoria las frases de aquél ángel que se había perdido y no encontraba el camino de vuelta a casa. Me lo aprendí perfectamente y sin error, y lo recité muchas veces durante los ensayos.

El día de la obra, ya vestido de ángel, se me ocurrió asomarme por un hueco del telón.

Y allí fui víctima del pánico.

El patio de butacas estaba completamente llenos, y allí, en primera fila, mi madre, mi padre, los abuelos y mis hermanos mayores. Rompí a llorar del susto, negándome a salir, tremendamente asustado. Marisa lo oyó y rápidamente vino a mi lado. Se agachó, me quitó las lágrimas y me miró a los ojos. Lo que me dijo me ha acompañado toda la vida.

´Marcos, vas a salir ahí. Y lo vas a hacer perfecto. Pero no porque yo te lo diga. Sino PORQUE TÚ SABES QUE PUEDES. Lo sabes, ¿Verdad?´ Y efectivamente, no sé decirte si fue sugestión o la sinceridad que la mirada de Marisa me transmitió, pero salí allí, dejando el miedo entre bambalinas. Resultaba que la herramienta para vencer mi miedo, la espada que mató a mis demonios, ya estaba dentro de mí. Marisa solamente me enseño a encontrarla.

Esta es la historia que cuento para ilustrar a los que tienen miedo a hablar en público que tanto sus miedos como las soluciones a los mismos ya están dentro de ellos. Que solo tenemos que ponernos a buscar.

Storytelling es la forma moderna (y no nos engañemos: un poco snob) de referirnos a contar historias como forma de transmitir información. Desde la Biblia a las fábulas de Esopo y de la Ilída a las coplas, todos hemos empleado o escuchado historias para ilustrar una enseñanza. ¿Sabes qué es lo que las vuelve tan eficaces?

1) Un cuento puede emplearse como metáfora: las metáforas, las parábolas y los cuentos simbólicos son aceptados por la mente inconsciente automáticamente como ciertos. Esto es así porque el consciente no se las cuestiona al ser simbólicas, y las partes incompletas son inmediatamente completadas por el inconsciente. Si coges la Biblia y le cuentas la misma parábola a diez personas diferentes, obtendrás diez interpretaciones diferentes, once con la tuya. Seguramente haya puntos coincidentes, pero la infinidad de matices va a sorprenderte. ¿Te lo digo en estupendo? Las metáforas son un patrón natural de lenguaje hipnótico.

2) Apelan a las emociones: un error que se ha cometido (que hemos cometido) mil veces es apelar a la lógica y la razón cuando queremos convencer a alguien. Seguro que te suena: rentabilidad al 10% TAE, descuentos del 25%, solamente 10 euros al mes. Son números que rápidamente racionalizamos y desestimamos en nuestra cabeza. Una manera de llevar a la acción (física, mental o emocional) es apelar a las emociones, cosas que cuentos y metáforas hacen de manera magistral. ¿Te imaginas a a William Wallace recitando estadísticas a los escoceses antes de la batalla? El lado oscuro de esto que precisamente esto es lo que permite a los telepredicadores y mediums fraudulentos modelar la percepción de sus esperanzados oyentes. Pero quédate con el porqué: es la emoción la que lleva a la acción.

3) A la gente lo que más le interesa es la gente: Gary Provost, en su aclamada obra ´Make your words work´, en el que enseña a ser un escritor y novelista eficaz, lo dice sin tapujos: ´La razón básica por la que la gente va al cine, ve televisión y lee: la gente.´ No se puede ser más claro. ¿Por qué tienen tanto éxito los reality shows? Porque se basan en poner al descubierto el conflicto y el drama humano. En mostrar nuestras miserias de otros. Pero igual de eficaces serían mostrando las grandezas, como tantas veces nos muestra el cine. Por eso nos encantan las historias de héroes encumbrados que son hundidos y luego logran la redención. No te engañes: si la gente puede ponerle un rostro a tu historia y logra empalizar con el protagonista, querrá quedarse a escuchar el final. Una buena historia es un magistral activador de la atención.

Ahora ya sabes por qué recuerdas todo lo que aquel extraño profesor de Literatura te contaba cuando hablaba de la época en que estudió en Colombia, pero eres incapaz de recordar las integrales: todo fue una buena historia.

¿Me cuentas la tuya?

(Aquí puedes adquirir el libro de Gary Provost) 
 

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