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Marca personal y personaje (II): 3 trucos de magia para que nunca te olviden

´Si te paras, estás muerto.´

– Sensei J.M. Collado, 15º dan Bujinkan Budo Taijutsu.

´La única fortaleza es eliminar debilidades´

– Masaaki Hatsumi, 34º Heredero de la escuela Togakure.

Hace muy poco escribí otra entrada hablando de la marca personal, el personaje y el punto de vista que tenemos algunos actuantes sobre el tema. Se hablaba de cinco cosas que solemos hacer mal y algunas soluciones.

No te engañes. Todo esto del coaching, la PNL, la marca personal, ya estaba inventado. Es el mismo perro con distinto collar. Pero parece que ahora hay una interesante época que trata de hacerse consciente de muchas prácticas, modelando, categorizando y sobre todo, reflexionando sobre ellas.  Los artistas llevamos mucho tiempo preocupados por todo esto, aunque a lo mejor no hemos atinado bien poniendo nombres ni desarrollando modelos. Pero déjame contarte tres ideas que en mi trayectoria han resultado ser estupendas.

¡Vamos allá!

1) Sé memorable: hace poco, un conocido cartomago y experto en trampas de juego me decía que él no comprendía a los magos que consideraban un éxito que sus públicos los aplaudieran. El decía que nuestro estándar debería ser el desmayo. ¿Cómo demonios podemos conformarnos con meros aplausos si el público acaba de asistir al espectáculo de lo imposible? En esencia, cualquier negocio se trata de lo mismo. No es que te llamen. Es que te vuelvan a llamar. Para ello, deberías tener claro POR QUÉ quieres ser recordado. Obviamente, es obligatorio ser cumplidor con todo aquello que ofreces, pero no pretendas ser el líder en todo. Cuando piensas en Alemania, piensas en eficacia, cuando piensas en Japón, piensas en puntualidad. Igual que George Lucas es espectáculo y Mel Brooks es comedia. Tenemos un claro ejemplo en los supermercados y grandes superficies. El Corte Inglés no vende productos: vende atención al cliente. Y ahora: ¿qué vendes tú que te vuelve memorable?

El Zorro y su marca.

2) Tu personaje es tu marca: olvídate de creer lo contrario. Salvo que seas una gran multinacional con un implacable equipo de publicistas detrás, en última instancia quien te contrate lo hará por lo que ha percibido de ti. Tal vez sea porque ofreces un producto único o por la razón verdadera que todos tenemos al contratar a alguien, la confianza, pero es imprescindible que sepas por qué eres tú el que han elegido. ¿Por qué tan imprescindible? Porque si no lo sabes, no podrás potenciar las razones que llevan a los clientes a querer tu producto. Y lo que es peor: si desconoces las razones y estas desaparecen, no te darás cuenta de que ya estás muerto.

3) Que no te tiemble el pulso: a menudo nos entra una especie de complejo de hermana de la caridad por el cual no nos atrevemos a decir con la seguridad que requiere el precio que tenemos que cobrar. No me malinterpretes: creo que las acciones benéficas son una práctica necesaria, pero cuando toque cobrar, hazlo bien. Si tú eres sincero contigo mismo y sabes el precio de tu producto, dilo sin tapujos. Si te ha requerido tres años de práctica, cursos, seminarios, viajes e inacabables horas de ensayo, además de 1500 euros en material, no tiene sentido venderlo por menos de lo que cuesta. Pero además de negociar con seguridad, tienes que hacerlo con franqueza: tu cliente tiene que sabes exactamente cuánto está pagando y por qué. ¿Alguna vez has maldecido una factura porque no la comprendías? Pues haz facturas completamente transparentes. No es mala política ser famoso por ser honrado a la hora de cobrar.

¿Y tú? ¿Por qué eres memorable?

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Bonus track! El gimmick de personaje: el gimmick de personaje es aquella característica única que tiene alguien y por la cual es muy fácil que sea imitado. Juan Tamariz lleva camisa, chaleco, chistera, gafas de culo de vaso y pelo estropajoso. El profesor Xavier es calvo y va en silla de ruedas. La norma básica es muy sencilla: si es fácil imitarlo, tiene estilo propio. No te digo que te rapes o que te disfraces de Mortadelo. Pero hazte un favor: piensa en ello cinco minutos. Y cuéntame tus conclusiones.

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