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¿Estrés en exámenes? Un truco contra.

En el final de la época de exámenes siempre surgen muchas preguntas y peticiones. Mucha gente quiere una solución mágica y sin esfuerzo, un truco de hipnosis que les permita aprender más rápido sin nada a cambio. Me temo que yo no tengo ese poder hipnótico. Ni siquiera existe. Pero sí puedo contaros un ejercicio de trance leve que os ayudará en esos últimos exámenes que quedan.

El enemigo interior: el estrés.

El estrés, la gran patología médica de los 80, y uno de los grandes culpables de decenas de trastornos por nuestro estilo de vida, es en realidad una respuesta natural del sistema nervioso. Simplemente, nuestras capacidades son limitadas. Cuando el sistema nervioso se sobrecarga, la capacidad para acometer tareas físicas o intelectuales es mermada. No solamente el estrés mental lo provoca. El estrés físico, como por ejemplo el sobreentrenamiento, provoca exactamente los mismos síntomas.

El estrés sobrecarga tu sistema nervioso.

Al igual que un deportista no puede (o mejor dicho ¡no debe!) entrenar horas de más, no deberías tú estudiar horas de más. Tu sistema nervioso tiene una capacidad máxima de aprendizaje, que se sitúa en torno a las ocho horas diarias, con sus descansos correspondientes… ¡en las personas acostumbradas! Es mucho menos en los casos contrarios.

Dado que la asimilación de información nueva se realiza durante el sueño, dormir de menos tampoco es una idea inteligente. No solamente impedirás que el aprendizaje sea eficaz, sino que añadirás otra sobrecarga a tu sistema nervioso sobrecargado. Realmente, ir sin dormir a un examen es mucho menos eficaz que ir habiendo dormido ocho horas. Hayas estudiado lo que hayas estudiado.

Lamentablemente, este pensamiento, que todos compartimos cuando estamos sentados tranquilamente en una terraza en verano, se nos olvida de pronto en medio de los exámenes. ¿Por qué? Hay dos causas: el complejo de culpabilidad y el estado alterado de consciencia.

Sobre el complejo de culpabilidad no hablaré aquí. Es un tema demasiado extenso. Pero sí te daré mi opinión: cuando no hay tiempo, es la hora de usar estrategias eficaces. Sin embargo, sobre estados alterados de consciencia he hablado más veces: atención enfocada (por eso hay tanta gente que afirma “trabajar bien bajo presión” queriendo decir “cuando no queda más remedio”), desfase temporal (seguro que te suena: “¡solo queda una hora para el examen!”), amnesia (y no creo que en exámenes quieras no recordar cosas) y sobre todo, estados generales de trance leve.

Ahora viene el momento de dejar de poner excusas. Lamentablemente, acordarse de curvas de rendimiento óptimas en medio de un estado alterado de consciencia es muy complicado. El mismo fenómeno que me permite hacerte creer que eres un famoso historiador en mi espectáculo de hipnosis te va a impedir salir del estado de trance leve en el que te sumerge el estrés de los exámenes. Salvo que…

… aprendas a salir de él. Te propongo un sencillo ejercicio respiratorio que te ayudará a reducir ese nivel de estrés. Tiene una base respiratoria y otra postural, además de una sencilla visualización.

Si puedes, cambia de espacio. Si estás en casa, túmbate en la cama. Si estás en la biblioteca… prueba con un retrete. Y no l digo en broma. Si es posible, túmbate boca arriba. Coloca una mano en el final del esternón y la otra casi debajo del ombligo. Vas a realizar una respiración abdominal. Si estás boca arriba, no necesitas saber más: ocurre de forma natural. Sin embargo, si estás de pie o reclinado, tendrás que esforzarte más. Es necesario que realices una inspiración muy profunda, pero no con la parte alta del pecho, sino con el abdomen. Es difícil las primeras veces, pero es únicamente cuestión de práctica. El ritmo respiratorio lento y profundo aliviará tu sistema nervioso y el hecho de volver consciente la respiración hará que tu atención comience a recuperar su enfoque normal. Pero vamos a mejorarlo.

La sensación debe ser que el aire llene tu abdomen.

Hay decenas de ejercicios de visualización para aliviar el estrés y redirigir la atención. Seguro que has contado ovejas más de una vez. Pues en esta ocasión aprenderemos algo muy similar. Únicamente, mientras sigues controlando tu respiración, vas a visualizar, al ritmo de la misma y con los ojos cerrados, cómo se escriben números, comenzando por el uno, hasta tantos como necesites, uno por respiración. Si tu mente divaga o escapa, vuelve a comenzar. Los grandes maestros decían que el número apropiado era llegar hasta el ochenta y nueve. Pero seguro que necesitas menos.

Asegúrate de cerrar la puerta del retrete si haces esto en la biblioteca.

¡Suerte! Y feliz estado alterado.

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